viernes, 21 de junio de 2013

Anécdotas de viaje

Llego varias semanas sin escribir porque estuve preparando un viaje..., con todo lo que ello implica, desde los nervios que siempre tengo antes de iniciar una nueva aventura, aunque sea corta, hasta los preparativos relacionados con las maletas y lo que hay que llevar al lugar de destino.
Alber y yo somos viajeros incansables, de hecho, si tuviéramos dinero de sobra lo gastaríamos siempre en viajes. Tenemos un mapa donde vamos indicando los lugares que hemos visitado y a los que queremos llegar más tarde o más temprano..., y como buenos viajeros siempre hay anécdotas que contar o por lo menos a nosotros siempre nos pasa algo.


En esta ocasión hemos viajado a Sudamérica, por quinta vez, aprovechando que mi familia está desperdigada entre Chile y Perú. Buscamos durante un mes una buena oferta hasta que encontramos un billete Madrid-Lima-Tacna a buen precio...Después de un vuelo de 11 horas, cansado y tedioso, desembarcamos en el aeropuerto de Lima (Perú) y por razones que no entiendo, el sistema no es a través de un trasbordo, sino que tenemos que recoger nuestras maletas, abandonar la zona internacional, prácticamente salir del aeropuerto para entrar nuevamente al área de vuelos nacionales, hasta allí todo bien, pero cuando estábamos intentando acceder al counter de Lan (aerolínea para el vuelo nacional) Alber me comentó que no podíamos pasar porque había una amenaza de bomba, mi primera reacción fue acercarme a mirar qué pasaba con el consiguiente enfado y nerviosismo de mi marido, después pensamos en ponernos detrás de una gran columna mientras veíamos pasar a la policía, perros especializados y agentes de Interpol. Alber prefería salir fuera del aeropuerto y mientras estábamos discutiendo qué hacer un hombre fue capturado y esposado, al rato todo volvió a la normalidad, bueno en realidad nosotros, porque al parecer los peruanos no se habían alterado en lo más mínimo. Más tarde me contaron con total normalidad que llevaban dos días realizando operativos especiales por amenaza de bomba a la misma aerolínea y me lo dijeron como quien ve llover.
Pero nuestra aventura aérea no quedó en ese susto, sino que cuando por fin nos sentíamos tranquilos y nos montamos en el avión del vuelo nacional, nos informan que no podíamos despegar porque había un fallo en el sistema de comunicaciones del avión, así que subieron unos ingenieros que tardaron una hora en arreglar el desperfecto. Alber y yo lamentablemente recordamos el accidente de Barajas, así que la espera se hizo eterna y ni qué decir del despegue y aterrizaje.

Ya llevamos una semana entre Perú y Chile, tranquilos, contentos y disfrutando de la familia, amigos y la buena comida que hay en estas tierras..., pronto iremos a Macchu Picchu y el inicio de nuestra aventura se habrá convertido en una anécdota más de nuestros viajes.

miércoles, 5 de junio de 2013

Viaje con el Imserso

Hace unos días nos fuimos de vacaciones familiares, las primeras desde que estoy casada, la verdad es que el experimento salió muy bien contra todo pronóstico. Tengo que reconocer que disfruté con mis cuñadas y mis suegros, pero no es de eso de lo que quería hablar.
Resulta que el viaje era organizado por la UCE (Unión de Consumidores de España), salimos desde Albacete en un autobús con destino al Algarve (Portugal). La primera sorpresa de nuestro viaje fue  cuando llegamos a la punta del parque, lugar elegido por la agencia de viajes para recogernos a todos, el 95% de los participantes eran personas mayores de 60 años, es decir, que nos encontramos con uno de esos viajes del Imserso (Instituto de Mayores y Servicios Sociales). La verdad es que tengo que aceptar que la experiencia me gustó porque pude probar en primera persona cómo son estos viajes.
En primer lugar se hizo pesado porque tardamos 12 horas para llegar a destino, cuando Alber y yo, en nuestro coche lo podríamos haber hecho en ocho o nueve como mucho, pero claro, el autobús tenía que parar para el descanso del chófer y sobre todo, para mantener a raya la incontinencia urinaria típica de la edad. Ya en el hotel, donde teníamos pensión completa, pude apreciar otra característica de este tipo de viajes, todo nuestro grupo, que éramos más de 30 personas estábamos puntuales a la hora de la comida, no vaya a ser que nos quedemos sin comer; a veces habían personas que estaban esperando incluso antes de que abrieran las puertas del comedor, nuevamente, preocupados por no quedarse sin comida. Y al cabo de unos días, no podía faltar la típica discusión de "este es mi sitio" cuándo alguien llegó más temprano y se sentó en una mesa x.
Casi todas las excursiones que realizamos por Faro, Sagres, Siles, Albufeira, etc. (distintos pueblos del Algarve portugués) los hacíamos a cámara lenta, hay que entender que las personas mayores necesitan su tiempo y espacio para las visitas. Pero bueno, tengo también que reconocer que la gran mayoría era gente muy amable y simpática, lo cual no hacía tan pesada la espera entre visita y visita. Lo que no voy a perdonar es la música del autobús, la cuál disfrutaban casi todos (menos Alber y yo y unos pocos), pero sobre todo, el colofón fue la película de Fernando Esteso, eso fue demasiado y ver a mi Alber primero enfadado y luego riendo con la misma, fue lo peor!!!
 
 
Durante todo el viaje estuve pensando si yo sería así se mayor, no tiene nada de malo claro está, pero aparte de la prevista incontinencia, preferiría ser una persona de 60 o 65 años más activa y con mucha energía aún para hacer cosas. Tengo de ejemplo a mi querida Iben Lynge (mi mamá danesa) que tiene 75 años y una energía increíble; cada vez que viene a visitarme me agota y no exagero.
Los nórdicos son personas con mucha vitalidad, lo he vivido en persona en mis tres años en Dinamarca y visitando Suecia y Noruega. Y aunque Iben me cuenta que también pasó hambre durante la guerra, yo los he visto llenos de fortaleza, todos usan sus bicicletas sin importar la edad (he visto gente de más de 80 años usando sus bicicletas con una agilidad increíble), les gusta la jardinería y las largas caminatas al aire libre y ni que decir del bricolage, donde son unos verdaderos expertos.
Mi Iben, con 75 años, sigue esquiando, viajando y lo más sorprendente, siendo voluntaria en las montañas de Noruega donde va desde hace 30 años a pintar las señales que sirven de guía a los senderistas (trekking). Así es como me quiero ver a su edad, llena de vida, vitalidad y ganas de seguir haciendo cosas. Pero no creáis que mi mamá danesa no tiene males y enfermedades típicas de su edad, claro que sí, pero como vikinga que es, se las echa a la espalda y sigue su camino.
 
Tengo que reconocer que los viajes del Imserso no están del todo mal, quizás haga alguno cuando sea mayor, porque no, pero si puedo seguiré dando guerra al puro estilo Karin.