Mis primeros recuerdos de la Semana Santa están ligados a la cama de mis padres porque allí era donde pasábamos la mayor parte del día festivo..., una sonrisa se dibuja en mi rostro cuando visualizo a mi papá, mamá, mi hermano y yo viendo las películas tradicionales como Ben Hur, Los 10 mandamientos, El manto sagrado o Quo Vadis. Eran días de relax y de compartir un espacio juntos, empezábamos con el desayuno en la cama y terminábamos con la cena, pero sobre todo era un tiempo especial para los cuatro.
El siguiente recuerdo que tengo está relacionado con el mar y los amigos de la adolescencia y juventud, donde no podían faltar las fogatas y las miradas cómplices, eran días de diversión, días felices. Con los años, la Semana Santa se ha convertido en días para escapar de la rutina aunque no descansar porque Alber y yo, locos viajeros, hemos realizado travesías tan inverosímiles como ir a Dinamarca en coche desde Albacete, por mencionar alguna. Este año vuelvo a la playa y el maravilloso sonido arrullador del mar...
Pero este post quiero dedicarlo a reflexionar un poco sin olvidar alguna curiosidad, como mi primera Semana Santa en Albacete, que susto pasé cuando vi por las calles a los nazarenos con sus respectivos capuz (capuchas en punta), en aquel entonces sólo lo relacionaba con el Ku Klux Klan y pensé en mi papá (que es negro)y el mal rato que pasaría al ver a los encapuchados. Después me explicaron que se trata de una tradición de muchos años en España, ligada a la penitencia y religiosidad y que por desgracia el traje ha sido copiado por organizaciones de extrema derecha en Estados Unidos.
Debido a mi trabajo y los innumerables reportajes que he realizado, he aprendido a conocer y respetar las tradiciones religiosas de Semana Santa e incluso a admirar el entusiasmo de las personas que participan en estos actos, aunque sigo prefiriendo utilizar estos días para viajar.
En esta vida hay que ser tolerantes y respetuosos de todas las culturas que nos rodean e incluso deberíamos intentar aprender de ellas porque la multiculturalidad enriquece a las sociedades..., y hablando de tolerancia y respeto voy a aprovechar estos días de reflexión para los cristianos y
realizar una autocrítica sobre mi comportamiento hacia los demás, voy a intentar exterminar mis
prejuicios y estereotipos para ser una mejor persona, esa será mi aportación a este fin de semana largo e importante para los cristianos.
Aprovecho para pedirles a ellos, a los cristianos, a los musulmanes, judíos, induístas, ortodoxos, etc., es decir, a todos aquellos que creen en Dios, en cualquiera de sus formas, que también reflexionen sobre el comportamiento que tienen antes otras culturas, razas, religiones o ideas políticas y sociales, creo que si existiera un Dios todopoderoso le gustaría ver a la humanidad más unida y respetuosa los unos de los otros. También hay que respetar las distintas formas de amar, que amor es lo que nos hace falta, no importa si es entre parejas de distintos sexos o del mismo, lo importante es amar.
Una manera de saciar mi sed de comunicar y de alimentar a la periodista que llevo dentro
jueves, 28 de marzo de 2013
martes, 26 de marzo de 2013
Malditos estereotipos
Empiezo estas líneas haciendo un "mea culpa" porque me considero una persona abierta y con pocos prejuicios y los que tengo intento calmarlos con información para que desaparezcan..., pero a veces, no consigo aplacar mis clichés y eso me avergüenza. Hace pocas semanas recopilé ropa de Alber (mi marido) prendas que por el uso, el desuso o la variación de peso, ya no necesitaba. Jerseys, camisetas, zapatillas y pantalones, todas fueron a parar a una bolsa en el maletero del coche, para que cuando circulara por las calles de Albacete y viera a un negro de su misma estatura, se las pudiera dar. Cuando se trata de mi ropa, suelo dejarla en el contenedor de ropa reciclada, pero la de Alber, me gusta entregarla en persona, me siento bien con ello.
Pero después de varias semanas en el maletero del coche decidí que el invierno iba a pasar sin que nadie pudiera dar buen uso de mi cargamento, así que opté por acercarme a la carretera de Las Peñas y buscar a los pobres negros (inmigrantes africanos en peligro de exclusión social) que viven en las casas deshabitadas de la zona; entonces pensé que sería buena idea llevar también un paquete con alimentos y así lo hice. Muy contenta por mi futura acción empecé a deambular con el coche por dicha carretera, no sin exponerme a algún accidente porque la verdad es que no soy muy buena conductora (esto nunca lo diré delante de Alber), hasta que encontré un edificio abandonado y aparqué el coche. No veía a nadie en el interior y la verdad es que no quise aventurarme mucho, de repente en el primer piso (segunda planta en Sudamérica) apareció un hombre blanco gritando algo en su idioma, yo creo que era rumano; la verdad es que me asusté y retrocedí hacia la carretera. Malditos estereotipos (reflexioné mucho más tarde), quizás el pobre rumano sólo me estaba preguntando qué quería o si me había perdido y necesitaba ayuda, pero afloraron a mi mente los tópicos que nos enseñan en el día a día, en el boca a boca de las conversaciones sobre los rumanos y especialmente los rumanos-gitanos. Lo siento, no pude superar mis malditos prejuicios y prometo que la próxima vez lo intentaré.
Menos mal que cuando estaba en la carretera apareció un negro en bicicleta (no pude evitar admirar su hermoso rostro cuando lo detuve abruptamente), le conté mi propósito y llamó a algunas personas que estaban dentro del edificio, aparecieron tres hombres de raza negra y la expresión de mi cara cambió; pido disculpas y otra vez entono el "mea culpa", pero esta vez en positivo y esto se debe a que he sido criada por un maravilloso hombre negro y en este caso mi estereotipo hacia esta raza es totalmente en positivo porque tengo el mejor padre del mundo. Tuve la osadía de contarle a mi colaborador inesperado que había sentido miedo cuando salió el hombre blanco que parecía rumano y él respondió "eso es normal"; es decir, no soy la única que tiene algún recelo sobre las personas de acuerdo a su raza, que terrible, espero que esto podamos cambiarlo algún día, aunque el trabajo para destruir los malditos estereotipos es muy arduo. Yo prometo intentarlo cada día y espero que vosotros también después de leer esta anécdota.
lunes, 25 de marzo de 2013
Una nueva aventura
Confieso que estoy nerviosa al escribir estas primeras líneas, ya que se trata de una nueva aventura, que quizás para muchos será algo fácil, banal y sencillo pero que para mi significa una vía de escape a mis últimos diez meses, una forma de expresar las pinceladas de locura que pasan por mi cabeza, y por qué no reconocerlo, una forma de terapia para mis desasosiegos.
En la última década he tenido la suerte de trabajar en algo que me apasionaba de corazón: el periodismo, ya que soy una comunicadora nata, no hay duda de eso cuando no sólo mis padres sino mis primos y amigos de la infancia recuerdan anécdotas sobre cuan habladora era desde pequeñita; la palabra que ellos siempre han usado en mi Chile lindo es "transmitir" y al parecer eso hacía todo el día y la noche, no me callaba ni debajo del agua, quizás por eso siempre supe que lo mío era el periodismo, porque desde muy niña me gustaba preguntarle cosas a la gente, me interesaba por todo lo que veía a mi alrededor y tenía ansias de saber y después contarlo a los demás.
Así ha sido en los últimos quince años...desdes mis inicios en Panamericana Televisión (ese medio peruano cuna de grandes comunicadores) donde empecé como asistente de Alejandro Guerrero, pasando por los turnos de tarde-noche del telediario 24 horas; o mi aventura en Antena 3 (creo que ahora es Telefónica Networks), para luego volar a Dinamarca donde seguí comunicando, aunque de otra manera, a través de la página web de la Universidad de Aalborg y las visitas guiadas a los profesores invitados. Para terminar en un lugar de la Mancha y no es cliché, llamado Albacete , ya que antes de aterrizar en esta tierra no sabía nada de ella, sólo que tenía varios canales de televisión y periódicos diarios y semanales (esas fueron las palabras de Alberto, mi marido, cuando me convenció de que viniera a probar suerte)...Ahora por desgracia, sólo quedan dos periódicos y dos canales de televisión, de casi 20 medios que habían cuando llegué.
En La Tribuna de Albacete aprendí muchas cosas, sobre todo a "juntar palabras" y poder contar una historia interesante, ya que yo venía de la televisión donde siempre me apoyaba de las imágenes. Muchas cosas buenas y algunas regulares pasé en este medio de comunicación albaceteño, el balance de estos años es muy positivo a pesar del final poco afortunado para mi.
Ahora estoy sin trabajo y recuperándome de una pérdida y un dolor terribles, he pasado unos meses muy malos, he tenido que parir a mi bebé muerta, un dolor físico y emocional que no se lo deseo ni a mi peor enemigo (en el hipotético caso que tuviera alguno). Durante un mes me encerré en mi misma, dejé de comunicar, algo casi impensable en mi, el mundo que conocía se ha reducido a la mitad y por primera vez en mi vida me siento perdida.
Pero, hace poco empecé a salir a la calle, comprendí que el mundo no se para porque uno este mal, todo continúa y uno tiene que hacer lo mismo. Paseando con mi perro (mi querido Tristán), volví a ver a tanta gente que me aprecia y que estaba triste y preocupada por mi, me bastó una semana para empezar a hablar de nuevo y poco a poco he vuelto a "transmitir" quizás a tropezones y aceleradamente, pero he vuelto!
Y con este blog quiero iniciar una nueva aventura y poder hablar de diversas cosas, divagaciones mías que me ayudan a liberar la periodista que tengo dentro y que creo nunca morirá.
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