La primera vez que supe lo que era un Mercado
Medieval fue en Dinamarca, en el 2001, estaba todavía estudiando en la
Universidad de Aalborg cuando vinieron de visitan los que en el futuro se convertirían en mis suegros y
realizamos un viaje por el interior de la Península de Jutlandia..., grata fue
nuestra sorpresa ya que en unos de los pueblos se estaba realizando un mercado
medieval al lado de un antiguo palacio. Para mí, una chica sudamericana y
fantasiosa fue increíble ver a todas esas personas vestidas como en la época
antigua rememorando las grandes películas de Errol Flynn en blanco y negro o
míticas como 'Enrique V' de Laurence Olivier. Mi imaginación se transportó a
ese período ayudada por los grandes, rubios y ojos azules de los daneses (que
enaltecían con sus cuerpos los harapientos trajes medievales). Vaya que sí
disfruté como una niña cuando experimenté los juegos antiguos con arco y
flecha, la forma que tenían de preparar la cerveza (muy amarga, por ciento) o
simplemente revivir cómo transcurrían los días en la Edad Media. Fue una grata sorpresa descubrir
este tipo de ferias.
Cuando me vive a vivir a España la cosa
mejoró ya que vivo en Castilla-La Mancha tierra de don Quijote y de muchos
castillos medievales, tal es así que en la localidad de Belmonte y su
maravilloso castillo se grabó la película 'El Cid' con la actuación estelar de
Charlton Heston. En España los mercados medievales son incluso mejores, quizás
por el carácter lúdico que tienen en esta tierra donde siempre hay una buena
excusa para "pasarlo bien y beber"; a los tradicionales puestos de
oficios donde se puede aprender cómo trabajaban las pieles de los animales,
hacían el pan o fabricaban perfumes y jabones, se une la cetrería donde se
pueden apreciar aves rapaces entrenadas y por supuesto, las tabernas antiguas
para beber y comer a mansalva. Todo esto con música casi siempre celta que
invita a la fiesta y cerca de algún castillo. En Albacete, el entorno más
bonito para este tipo de mercados está en Chinchilla de Montearagón, una
pequeña localidad que cuenta con calles empedradas, vestigios mozárabes y un
castillo; aunque en Albacete capital, también hay un pequeño espacio alrededor
de la catedral que inspira épocas antiguas.
Pero para mí, lo mejor de los mercados
medievales está en mantener y divulgar dos tipos de tradiciones: primero,
recordar, rememorar y mantener viva las tradiciones antiguas, aquellas de
tiempos lejanos pero que todavía permanecen en la memoria colectiva; me parece
una buena forma de rendir homenaje a una parte de la historia de España y Europa.
Asimismo, creo que también sirve para mantener la cultura de los feriantes,
aquellas personas que por tradición o necesidad son los transhumantes de la
cultura popular.
Es una pena que en países como Perú, Chile o
Bolivia no tengamos un "mercado incaico" donde se rescaten las
tradiciones antiguas, con respeto y de forma educativa para que los jóvenes de
hoy, esos que poco se interesan por sus raíces, aprendan de manera lúdica
cuáles son sus orígenes. El Mercado Medieval es un buen ejemplo que
deberíamos tomar prestado de los europeos porque serviría no sólo para recordar
de dónde venimos, valorarlo y respetarlo, sino también para disfrutar y tener
un punto de encuentro, aunque sólo sea lúdico.
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