miércoles, 22 de mayo de 2013

Oda al Mercado Medieval


La primera vez que supe lo que era un Mercado Medieval fue en Dinamarca, en el 2001, estaba todavía estudiando en la Universidad de Aalborg cuando vinieron de visitan los que en el futuro se convertirían en  mis suegros y realizamos un viaje por el interior de la Península de Jutlandia..., grata fue nuestra sorpresa ya que en unos de los pueblos se estaba realizando un mercado medieval al lado de un antiguo palacio. Para mí, una chica sudamericana y fantasiosa fue increíble ver a todas esas personas vestidas como en la época antigua rememorando las grandes películas de Errol Flynn en blanco y negro o míticas como 'Enrique V' de Laurence Olivier. Mi imaginación se transportó a ese período ayudada por los grandes, rubios y ojos azules de los daneses (que enaltecían con sus cuerpos los harapientos trajes medievales). Vaya que sí disfruté como una niña cuando experimenté los juegos antiguos con arco y flecha, la forma que tenían de preparar la cerveza (muy amarga, por ciento) o simplemente revivir cómo transcurrían los días en la Edad Media. Fue una grata sorpresa descubrir este tipo de ferias.
 

Cuando me vive a vivir a España la cosa mejoró ya que vivo en Castilla-La Mancha tierra de don Quijote y de muchos castillos medievales, tal es así que en la localidad de Belmonte y su maravilloso castillo se grabó la película 'El Cid' con la actuación estelar de Charlton Heston. En España los mercados medievales son incluso mejores, quizás por el carácter lúdico que tienen en esta tierra donde siempre hay una buena excusa para "pasarlo bien y beber"; a los tradicionales puestos de oficios donde se puede aprender cómo trabajaban las pieles de los animales, hacían el pan o fabricaban perfumes y jabones, se une la cetrería donde se pueden apreciar aves rapaces entrenadas y por supuesto, las tabernas antiguas para beber y comer a mansalva. Todo esto con música casi siempre celta que invita a la fiesta y cerca de algún castillo. En Albacete, el entorno más bonito para este tipo de mercados está en Chinchilla de Montearagón, una pequeña localidad que cuenta con calles empedradas, vestigios mozárabes y un castillo; aunque en Albacete capital, también hay un pequeño espacio alrededor de la catedral que inspira épocas antiguas.

Pero para mí, lo mejor de los mercados medievales está en mantener y divulgar dos tipos de tradiciones: primero, recordar, rememorar y mantener viva las tradiciones antiguas, aquellas de tiempos lejanos pero que todavía permanecen en la memoria colectiva; me parece una buena forma de rendir homenaje a una parte de la historia de España y Europa. Asimismo, creo que también sirve para mantener la cultura de los feriantes, aquellas personas que por tradición o necesidad son los transhumantes de la cultura popular.
 
 

Es una pena que en países como Perú, Chile o Bolivia no tengamos un "mercado incaico" donde se rescaten las tradiciones antiguas, con respeto y de forma educativa para que los jóvenes de hoy, esos que poco se interesan por sus raíces, aprendan de manera lúdica cuáles son sus orígenes. El Mercado Medieval es un buen ejemplo que deberíamos tomar prestado de los europeos porque serviría no sólo para recordar de dónde venimos, valorarlo y respetarlo, sino también para disfrutar y tener un punto de encuentro, aunque sólo sea lúdico.

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