sábado, 25 de mayo de 2013

Paradoja deportiva

La última vez que estuve en el médico me dijo que caminar rápido y sobre todo al aire libre activa unas hormonas que producen euforia, me gustó la idea y quizás por eso cogí con más gusto la rutina de caminar 10 kilómetros al día, siempre acompañada de mis cascos de música y mi Tristán (mi hijo de cuatro patas). Todo ha ido muy bien, estoy bajando de peso, me siento mejor anímicamente y la tristeza y apatía que me acompañan desde el  fatídico 11 de enero de este año están menos apegados a mí. Pero lo paradójico de este tema es que siempre había oído que el deporte es muy bueno para la mente y el cuerpo, pero claro, será para una persona normal porque cuando se trata de mí: nerviosa y dada a los extremos, la cosa cambia.


                               




Resulta que el pasado martes en vez de ir andando, aproveché a acompañar a Alber (él compite en carreras populares y medias matarones). Nos fuimos a la via verde, una zona al lado de un canal que está habilitada para deportistas, y muy animada empecé con mi bicicleta, iba pedaleando y disfrutando del paisaje y las decenas de conejos silvestres que aparecían por la zona; cuando me di cuenta, se había hecho tarde, así que los últimos ocho kilómetros fueron a "full speed". Llegué a casa sudando como un pollo e inmediatamente bajé al parque a Tristán, ya que el pobre no nos había acompañado a esta aventura deportiva. Hasta allí todo muy bien..., pero a la mañana siente cuando me levanté tenía todo el cuerpo lleno de granos rojos, con lo hipocondriaca que soy, me puse nerviosa, me faltó el aire y tuve que usar mi inhalador. "Alber, Alber, corre, mira lo que tengo en el cuerpo". Hay que decir que mi marido es igual que hipocrondiaco que yo así que entre los dos pensamos que me había dado sarampión o algo así y nos fuimos al hospital de prisa. Después de tres horas en la sala de urgencias, la doctora me dijo que no sabía lo que tenía, que volviera por la tarde para que me viera el dermatólogo. Así, más nerviosa todavía, regresé por la tarde y mi sorpresa fue la siguiente, diagnóstico: "Urticaria colinérgica, tras haber realizado un esfuerzo deportivo mayor de lo normal con sudoración excesiva". Pensé que la doctora estaba de broma, pero no fue así, para que luego digan que el deporte es sano. La parte anecdótica fue que el médico me pidió permiso para hacerme fotos en las piernas y el resto del cuerpo para después enseñárselas a sus alumnos residentes.
                                   


Así me fui a casa con varias recetas y la prohibición de practicar deporte en una semana. Si es que lo que no me pasa a mí, no le pasa a nadie. Lo peor de todo han sido los malditos picores, lo poco sexy que estoy llena de granos, pero sobre todo, el no poder salir a andar mis 10 kilómetros diarios. Paradoja deportiva.

2 comentarios:

  1. Curioso !!! Y al final, cuánto te duró la reacción ?
    Saludos

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  2. Hola María Ángeles... una semana con antihistamínicos y picores ji, ji, ji. Eso me pasa por extremista. Muchas gracias por leerme. Besos

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